Lo mejor que se puede hacer con una botella de vino una vez abierta es beberla. Pero, si no es posible, el enólogo de Pinna Fidelis, Rafael Rubio, ofrece algunos consejos para que no se estropee.
Los grandes enemigos son el oxígeno, los cambios de temperatura extremos y la luz, y quitado el tapón el vino comenzará a deteriorarse. Al quitar el corcho, el oxígeno entra en la botella y toma contacto con el líquido. En el proceso de oxidación el vino va perdiendo poco a poco su aroma, sabor y calidad.
Para empezar, siempre que sepamos de antemano que nos va a sobrar vino, es mejor no mantenerlo abierto en la mesa. La opción más acertada es servir el vino que se vaya a consumir en una jarra o decantador, tapar la botella y refrigerarla.
Rafael Rubio aconseja hacer vacío en la botella "de forma casera". "Se puede utilizar un tapón que crea una pequeña bomba de vacío", lo que consigue alargar la vida del vino abierto. Además, también existe un tapón especial, una especie de abridor, que crea ese vacío. "Con este método con varios tapones y una bomba podemos conservar varias botellas", asegura Rubio.
Posteriormente, el vino se meterá en la nevera, nunca en el congelador. "El poco aire que queda dentro y el mantenimiento del vino en frío harán que se conserve dos o tres días en buen estado". De esta manera se conservarán bien los tintos jóvenes, los Robles y los blancos y, en menor medida, los vinos más envejecidos como los Crianzas, que son más variables. En Reserva y Gran Reserva el resultado puede ser impredecible.
Y en último lugar, los expertos aseguran que una botella abierta y convenientemente tapada, no debe ser guardada en posición horizontal, como cuando está cerrada, ya que esto aumenta la superficie de contacto del aire con el vino. Se guardará de pie para que el oxígeno que pueda haber dentro de la botella esté en contacto con la mínima superficie de vino posible.
